COP30: “Espero que incorpore de manera directa las voces de los territorios y las traduzca en compromisos concretos de acción climática”

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP30) comenzó, hasta el 21 de noviembre, en Belém, Brasil, es clave impulsar la acción climática. En ese contexto, conversamos con Carlos Amanquez, ambientalista y Técnico en Turismo Rural, con amplia experiencia en Gobernanza Ambiental y Climática, coordina y gestiona proyectos de acción climática y desarrollo sostenible en instituciones públicas y sociales hace 20 años y, en el marco de la Iniciativa Regional Tierra y ODS, realizó un informe sobre el ODS 13 (“Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos”). Ahora está participando de esta COP y nos explica cuáles son sus expectativas a nivel Acción Climática.

“Las expectativas son altas porque, al realizarse en un país de América Latina y el Caribe, se abre una oportunidad única para visibilizar las demandas históricas de los países en vías de desarrollo. Cada vez que la COP se celebró en la región, se logró ampliar la participación de actores tradicionalmente relegados de las negociaciones internacionales, como comunidades originarias, juventudes, organizaciones de base y gobiernos subnacionales”, explica. 

En el contexto de esa esperanza, detalla que espera que este espacio de discusión internacional “sea más inclusivo, incorpore de manera directa las voces de los territorios y traduzca esas perspectivas en compromisos concretos de acción climática”.

Agenda y temáticas

“En el plano temático, hay un fuerte consenso sobre la necesidad de avanzar en adaptación y resiliencia, con especial atención a los mecanismos de pérdidas y daños, que ya forman parte de la agenda formal de la conferencia. También se espera que la discusión avance sobre la transición hacia sistemas productivos y energéticos sostenibles y resilientes, el fortalecimiento de los territorios frente a los impactos climáticos y la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas como bienes comunes. Estos ejes se articulan con la demanda de integrar enfoques de sostenibilidad en todos los procesos de desarrollo, garantizando que la acción climática no quede limitada a los compromisos de mitigación, sino que aborde las múltiples dimensiones de la crisis climática”.

Carlos alerta sobre que “el punto de mayor tensión, y también de mayor expectativa, está en el financiamiento. La región espera compromisos claros de los países desarrollados para cubrir los costos de la transición justa, la adaptación y la restauración de ecosistemas, teniendo en cuenta que gran parte de la deuda ambiental proviene de décadas de modelos extractivistas e intensivos en emisiones desarrollados en el norte global. En paralelo, los países en desarrollo continuarán mostrando esfuerzos y compromisos propios, pero la clave estará en cómo se logre cerrar la brecha entre la ambición climática y los medios de implementación, particularmente en financiamiento, transferencia tecnológica y construcción de capacidades. De la COP30 se espera, en definitiva, no solo un espacio de debate, sino un punto de inflexión hacia la acción climática efectiva, justa e inclusiva”.

¿Es posible que este espacio impulse un cambio de rumbo a nivel regional o mundial en la acción climática en general? Carlos es positivo en relación con eso, porque será en Brasil, “un país con capacidad de liderazgo en la región, y eso abre la oportunidad de que América Latina impulse una agenda climática más inclusiva, con identidad propia y con fuerte perspectiva de derechos humanos. La conferencia puede ser un punto de encuentro para que comunidades, pueblos originarios, juventudes, gobiernos subnacionales y organizaciones de base tengan mayor protagonismo en los debates, lo que es clave para legitimar las decisiones y llevarlas a los territorios”.

También es consciente de que los resultados de las COP no siempre estuvieron a la altura de las urgencias que plantea la crisis climática. “Por eso creo que el gran desafío de la COP30 será traducir la discusión en compromisos concretos sobre adaptación, transición justa, biodiversidad, pérdidas y daños, y, sobre todo, financiamiento. Si países como Brasil, México y Colombia logran alinear posiciones regionales, existe la posibilidad de impulsar un cambio de rumbo real, con políticas más claras y un mayor nivel de ambición a escala global”.

Sociedad civil de la región

Carlos cree que es una oportunidad histórica para las organizaciones de la sociedad civil de la región. Por un lado, permite visibilizar las realidades territoriales frente a la comunidad internacional y poner en la agenda global la voz de comunidades, pueblos originarios, juventudes, mujeres y actores locales que suelen quedar relegados en los espacios de negociación. Esto significa poder incidir directamente en las discusiones sobre adaptación, financiamiento, transición justa y conservación, aportando desde la experiencia práctica y desde el conocimiento situado sobre cómo la crisis climática impacta de manera concreta en los territorios”.

“Es una ocasión para fortalecer la articulación regional entre organizaciones de la sociedad  civil. El hecho de que la conferencia se realice en Brasil puede facilitar la creación de alianzas, redes y plataformas conjuntas que potencien la capacidad de incidencia y seguimiento de los compromisos asumidos. La sociedad civil tiene ahora la posibilidad de consolidar procesos de largo plazo a través de la generación de propuestas desde el Sur Global, exigiendo mayor financiamiento climático, y garantizando que las soluciones se construyen con justicia social, equidad de género y respeto a los derechos humanos”, concluye.